Tras vivir de cerca la majestuosidad de los lugares sagrados de Medina, es hora de ver las maravillas naturales que hay más allá de la ciudad. Medina se encuentra en Hijaz, en la costa occidental de Arabia, y es la base ideal para visitar tanto el Mar Rojo como el desierto.
Arabia, con sus más de 1.760 km de costa en el Mar Rojo, cuenta con los arrecifes más vírgenes del planeta. En el país hay dos lugares en los que las aventuras subacuáticas son especialmente habituales, uno de ellos es Yanbu y el otro, Yida. Allí encontrará centros de buceo profesionales, como Saudi Diving Center, Diving Bubbles y Dolphin Free Diver, con los que podrá visitar puntos de buceo tan famosos como Seven Sisters, en el que se pueden ver paredes de coral blando y duro de colores, y tiburones martillo durante todo el año, además de anguilas, mantarrayas, peces león, peces payaso, tortugas y pulpos. En la zona hay también un remolcador chino hundido de la II Guerra Mundial cubierto por coral.
El sitio arqueológico más fascinante y enigmático de Arabia es Hegra, una ciudad comercial de las rutas de las Especias y del Incienso y capital del sur durante la civilización nabatea, encargada de esculpir las imponentes construcciones de arenisca de los acantilados de Petra, en la Jordania actual. Hoy en día, lo que queda de la ciudad es una necrópolis con 131 tumbas esculpidas con delicadeza y decoradas con motivos de la antigua Roma y elementos griegos, egipcios y nabateos, lo cual demuestra que la zona lleva milenios siendo una mezcla de culturas. Hegra queda un poco lejos de Medina, pero vale la pena el esfuerzo. Siempre puede quedarse a pasar la noche y admirar la Via Láctea por encima de los monolitos.
Aunque parezca de otro planeta, el surrealista cráter Al Wahbah no es consecuencia del impacto de un meteorito, sino que se formó tras una explosión volcánica producida por el contacto entre aguas subterráneas y lava burbujeante. El cráter es enorme: 2 km de ancho y 250 metros de profundidad. Cuando llueve, los cristales de fosfato de sodio blanco crean un lago nacarado en el corazón del cráter. Los visitantes pueden disfrutar de una ruta hacia el interior del cráter (unas 2 horas por un sendero irregular que requiere de buenas botas de senderismo) o por todo el recorrido de su cresta (unas 3 horas).
El fuerte, de tonos desérticos y estructura de piedra y barro cocido, se erige sobre un altiplano rocoso, en un oasis de verdes y frondosas datileras. Esta construcción abandonada lleva cientos y cientos de años donde está. Khaybar fue un importante punto de comercio en las rutas del Incienso y las Especias a su paso entre Hegra y Medina, y también aquí tuvo lugar la batalla de Khaybar (628 d.C.) entre el profeta Muhammad y la tribu judía Banu Nadir. El lugar permite visitar las antiguas ruinas de la ciudad del desierto. Tanto si Khaybar es destino como parada, asegúrese de llevar unas buenas botas de senderismo y mucha agua.
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